Mujeres y equilibrio: Manejo de estrés

Soy Glafira Mercado, abogada en ejercicio, casada con un abogado y a punto de convertirme en mamá. A pesar de llevar años ejerciendo esta profesión tan demandante, sigo aprendiendo a equilibrar mis múltiples roles. Y es precisamente en este proceso de aprendizaje constante, decidí escribir esta nota, porque creo que muchas mujeres, especialmente abogadas, nos enfrentamos a retos similares y, a veces, necesitamos escucharnos entre nosotras.
Es muy fácil que alguien te diga “no te estreses”, como si bastara con pensarlo para dejar de hacerlo. Pero la realidad es que no funciona así. El estrés no es una elección, ni algo que podamos simplemente apagar. Es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que percibe como demandantes o amenazantes. En el caso de las abogadas, esas situaciones están a la orden del día: fechas límite, audiencias, clientes exigentes, documentos urgentes, juntas eternas, y decisiones que pueden cambiar el rumbo de una empresa, un patrimonio, o incluso una vida.
Ser abogada es, sin duda, una de las profesiones más estresantes. No sólo por la presión laboral, sino también por las expectativas que nos impone la sociedad como mujeres. Porque no basta con ser excelentes profesionales, también tenemos que ser esposas presentes, madres ejemplares, hijas responsables, amigas atentas, mujeres en forma, siempre bien vestidas, con una sonrisa en el rostro, aunque por dentro estemos al límite. Y si además eres líder o estás en un puesto de alta responsabilidad, la exigencia se multiplica.
Diversos estudios lo confirman. Una investigación publicada en Journal of Health and Social Behavior (2019) demostró que las mujeres, especialmente aquellas con hijos, tienen una mayor carga mental que los hombres. No sólo hacen, también piensan por todos: planean, organizan y supervisan, lo cual incrementa el estrés crónico(1).
La Organización Mundial de la Salud ha señalado que las mujeres enfrentan niveles más altos de estrés laboral por la famosa “doble jornada”: trabajo remunerado y no remunerado (como las tareas del hogar y el cuidado de los hijos), y porque tienen menos oportunidades de ascenso y mayores probabilidades de sufrir acoso laboral(2).
De acuerdo con la American Psychological Association (2020), muchas mujeres en posiciones de liderazgo reportan estrés por la necesidad constante de demostrar su competencia, luchar contra estereotipos de género y mantener un equilibrio entre lo profesional y lo personal. En su encuesta de 2023, se reveló que el 63% de las mujeres reportó vivir con “estrés constante” por exigencias laborales y familiares. El 43% de las mujeres líderes considera que debe trabajar más que los hombres para ser tomada en serio(3).
En México, el estudio de OCC Mundial (2022) mostró que el 68% de las mujeres trabajadoras se sienten estresadas al intentar equilibrar su carrera y su vida personal, y sólo el 22% considera que su empresa tiene políticas reales de balance vida-trabajo(4).
A esto se suma el informe de ONU Mujeres (2020), que reveló que las mujeres dedican, en promedio, tres veces más tiempo que los hombres al trabajo no remunerado, generando lo que conocemos como “doble o triple jornada”(5).
Ante este panorama, ¿qué podemos hacer? Creo firmemente que pequeños cambios hacen grandes diferencias. Pero también estoy convencida de que esto no sucede de la noche a la mañana. Aprender a poner límites ha sido una de las herramientas más importantes en mi camino. No podemos ser 100% mamá, 100% esposa y 100% profesionista al mismo tiempo. Es válido pedir ayuda, es válido decir “hasta aquí puedo”, y es importante hablar claro tanto en el trabajo como en casa.
En lo personal, organizo mis pendientes cada domingo. Me tomo un espacio para revisar lo que logré la semana anterior y lo que viene. No siempre logro todo lo que me propongo, pero tener claridad me da calma. También he aprendido a valorar los espacios de desconexión. Meditar, practicar yoga, incluso caminar sin el celular en la mano hace una gran diferencia en cómo manejo el estrés. Confieso que últimamente me ha costado activarme, pero noto claramente cuando no lo hago: me siento más irritable, más dispersa, menos yo.
Mi esposo y yo tratamos de hacer al menos un par de viajes al año. No tienen que ser espectaculares, pero sí significativos. Anticipar esos momentos de descanso me motiva, y al cuerpo le cambia la química: en lugar de generar cortisol por estrés, produce dopamina por expectativa.
También creo que los entornos laborales pueden ser una fuente de apoyo o de presión adicional. En nuestra profesión, es común estar rodeadas principalmente de hombres, pero debemos buscar la manera de fomentar espacios laborales más seguros y empáticos entre mujeres. Apoyarnos, escucharnos, darnos espacio para ser auténticas, sin sentirnos juzgadas o en constante competencia.
Ahora bien, este trabajo no es solo de mujeres. Necesitamos más hombres que estén dispuestos al cambio, a entender los nuevos roles que muchas mujeres estamos asumiendo, y que dejen de ver la corresponsabilidad como una excepción. Está en nosotras hablarlo, explicarlo en casa, con nuestros esposos, con nuestros compañeros, y especialmente en la crianza de nuestros hijos. Normalizar que todos cuidamos, todos participamos, todos sentimos, y que el equilibrio no es cosa de género, sino de justicia. Hablarlo, para que se escuche y poco a poco se convierta en algo natural.
El estrés en las mujeres no es un fenómeno individual, ni pasajero. Es el reflejo de contextos desbalanceados que exigen mucho y ofrecen poco. Por eso es tan importante promover cambios estructurales, como mejores políticas laborales, horarios flexibles y ambientes más equitativos, pero también cambios personales. Porque sí, el trabajo es muy importante, pero tu vida personal también lo es. Cuidarte no es un lujo: es una necesidad.
Me encantaría que esta nota fuera para darles más armas para minimizar su estrés, pero me quedo con por lo menos hacer este tema más visible y que todas lo veamos desde el lado de la empatía. Seguimos aprendiendo. El estrés no se va, pero podemos aprender a vivir con él sin que nos consuma. Y en ese proceso, lo más valioso es recordar que no estamos solas… ni debemos estarlo.
*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.
Referencias:
(1) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC11761833.
(2) https://www.un.org/en/desa/world%E2%80%99s-women-2020
(3) https://www.apa.org/topics/stress/women-stress
(4) https://mexicobusiness.news/talent/news/work-life-balance-central-challenge-mexicos-labor-market