El Costo Financiero (Oculto) de Ser Mujer y Madre
Daniela Solís y Isabel Ortíz Monasterio
13 de Noviembre, 2024

Mucho se ha hablado sobre la maternidad y el balance con la vida profesional, y sobre lo que implica ser mujer en un entorno laboral diseñado principalmente por y para hombres. Si bien es esencial seguir discutiendo estos temas, existe otro costo que a menudo pasa desapercibido: el costo financiero de ser mujer.


Este costo, que en algunos casos es compartido por la pareja, suele recaer principalmente en la mujer. Es importante que estemos conscientes de cómo este impacto financiero afecta nuestra independencia económica y, en última instancia, nuestra búsqueda por la paridad de género. 


Para contextualizar, este artículo se enfoca en problemas de salud que afectan a las mujeres de manera única, diferente o desproporcionada, y que son comunes a nivel global, no limitados a México.


El Foro Económico Mundial revela que las mujeres pagan, en promedio, un 18% más que los hombres en gastos médicos anuales, excluyendo los relacionados con la maternidad (1). A nivel global, el Foro Mundial de la Salud (2) señala que las mujeres pasan un 25% más de tiempo en situaciones que afectan su salud en comparación con los hombres. 


¿Pero, cuáles son estos gastos escondidos? Pueden incluir visitas a nutriólogos, endocrinólogos, psicólogos, homeopatía, acupuntura, anticonceptivos, tratamientos estéticos necesarios, tales como la reconstrucción plástica o masajes linfáticos, pruebas de embarazo y ovulación, gastos relacionados con la lactancia, reeducación de piso pélvico y tratamientos de dolores menstruales. 


Servicios del IMSS y la decisión de optar por seguros privados


El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ofrece una serie de servicios gratuitos a sus derechohabientes mujeres, que incluyen atención médica durante el embarazo, parto y puerperio, incapacidad por maternidad y atención al recién nacido. Aunque los servicios que proporciona el IMSS son de excelente calidad, los procesos suelen ser largos y conllevan muchas implicaciones logísticas (largas filas y tiempos de espera, recorrer grandes distancias, etc), que pueden resultar en que la madre tenga que pedir permisos especiales para ausentarse del trabajo y poder asistir a las consultas y/o realizar los trámites correspondientes. Además, los procesos médicos suelen carecer de material, medicinas y personal suficiente y actualizado. Muchos de los procedimientos médicos relacionados con el embarazo y la maternidad son sensibles al tiempo de gestación por lo que se requieren en momentos específicos que no dan lugar a mucha flexibilidad. 


Debido a las complicaciones que implica acceder a los servicios del IMSS, algunas de las mujeres (afortunadas) que tienen acceso a seguros médicos privados, ya sea a través de sus empleadores o contratados individualmente, optan por utilizarlos para cubrir los costos más elevados y absorben con su bolsillo aquellos costos no cubiertos por dichos seguros. Aunque eso represente un costo mayor, les permite ser atendidas con mayor rapidez y flexibilidad. 


Por otro lado, pese a que los seguros médicos privados permiten a las aseguradas elegir a sus propios doctores, hospitales y clínicas, y ofrecen coberturas para parto o cesárea, las coberturas están topadas a montos máximos y no suelen incluir los gastos pre y postnatales, ni los del recién nacido sano. Por lo tanto, generalmente, las consultas ginecológicas, los estudios médicos, la atención pediátrica, medicamentos y vacunas deben ser cubiertos por la familia. Además, los seguros suelen excluir gastos por infertilidad, abortos y sus complicaciones.


El subsidio por maternidad y el costo oculto


A pesar de que el IMSS cubre el 100% del salario base(3) durante la incapacidad por maternidad, que corresponde a 84 días (naturales)(4), el salario base está sujeto a un límite máximo. Para acceder a dicha incapacidad, a pesar de tener un seguimiento médico externo, la madre se debe de presentar en su Unidad Médico Familiar para constatar el embarazo.


En un escenario optimista, si la futura madre trabaja en un lugar en donde el empleador cubre la diferencia entre el tope del IMSS y su salario real, el trámite de incapacidad ante el IMSS podría resolverse en 2 o 3 días hábiles, requiriendo solo ese tiempo de permiso fuera del trabajo. En un escenario más complicado, la madre podría recibir únicamente el tope salarial del IMSS y enfrentarse a resolver trámites como la alta de cuentas, problemas en el sistema, o incluso robos de identidad, todo esto durante las semana 36 a 40 de embarazo, es decir, en el último mes de gestación. Además, una vez resueltos estos trámites, el acceso a los pagos correspondientes por la incapacidad puede retrasarse más de 3 meses. Para muchas mujeres, esto representa un verdadero problema, además de, en su caso, una reducción significativa de ingresos durante el periodo de maternidad.


Estos costos ocultos, tanto de salud como de maternidad, reflejan una realidad que, a menudo, no discutimos lo suficiente. Las mujeres no solo enfrentan una brecha salarial y profesional, sino también una brecha en términos de gastos relacionados con su salud y bienestar, que afectan directamente su estabilidad financiera.


Es esencial que las mujeres seamos conscientes de esta disparidad para que podamos tomar decisiones informadas sobre nuestra salud, vida profesional y personal. También es importante que exijamos al sistema de salud y a las aseguradoras un mayor apoyo en la cobertura de estos gastos, para que el costo de ser mujer no se traduzca en un obstáculo adicional en nuestra búsqueda por la igualdad.


Referencias:

(1) https://www.weforum.org/stories/2023/10/healthcare-equality-united-states-gender-gap/ 


(2) https://www3.weforum.org/docs/WEF_Closing_the_Women%E2%80%99s_Health_Gap_2024.pdf


(3) Artículo 28 de la Ley del Seguro Social.


(4) Artículo 101 de la Ley del Seguro Social.

Daniela Solís

Daniela Solís Navarro se unió a Ritch Mueller en 2010 y cuenta con experiencia en el área transaccional, con especial enfoque en financiamiento (estructurado y tradicional) y financiamiento y desarrollo de proyectos de energía e infraestructura. Daniela trabajó en Latham & Watkins después de obtener un LL.M de UC Berkeley. Es miembro del Comité Pro-Bono del despacho y brinda asesoría legal a empresas con propósito. Es madre de una bebé de 13 meses.

Isabel Ortíz Monasterio

Isabel Ortíz Monasterio es Asociada Senior y madre, se unió a Ritch Mueller en 2011. Asesora a bancos, casas de bolsa y reguladores en temas como derivados, reportos y préstamo de valores. Tiene experiencia en protección de datos personales y financiamientos bancarios. Miembro del Comité de Diversidad e Inclusión, obtuvo su LL.M. de Columbia en 2017 (Harlan Fiske Stone Scholar) y trabajó en Davis Polk & Wardwell LLP en Nueva York.

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