Ser mujer: ¿handicap o ventaja competitiva?
Nadiezhda Vázquez
14 de Noviembre, 2025

Hace un par de semanas participé en un torneo de golf organizado por un club inmobiliario de gran relevancia en el medio internacional y, algo que vale la pena destacar, es que solamente éramos dos mujeres. Al inicio y al darme cuenta de esa situación, el síndrome de la impostara se asomó por unos segundos y me cuestioné si realmente estaba lista para formar parte del evento, mi conclusión fue que ya estaba ahí, eso sin pensar en todas las implicaciones que había detrás de esa frase.


En todos lados leemos, escuchamos o formamos parte de conversaciones en donde se repite lo complicado que es ser mujer, las desventajas que las mujeres podemos tener, el doble esfuerzo con el que hemos tenido que forjar un camino. Sin embargo, ese paradigma se está desmoronando, no porque las estructuras hayan cambiado por completo, sino porque las mujeres decidimos dejar de pedir permiso para participar. Hoy, las mujeres no solo estamos presentes en los despachos, en las cortes y tribunales o en los consejos y cámaras; somos las que estamos redefiniendo la forma en que se ejerce el poder.


La pregunta que debemos hacernos ya no es cómo llegar a la mesa, sino qué haremos ahora que estamos sentadas en ella.


DEL “DÉJAME ENTRAR” AL “AQUÍ ESTOY”

Es un hecho que el camino que hoy recorremos las abogadas y mujeres profesionistas en México y en el mundo ha sido labrado gracias al esfuerzo incansable de quienes fueron pioneras. Su legado nos inspira, al tiempo que nos recuerda que aún queda trabajo por hacer.


Sin embargo, hoy me encantaría y el objetivo con este artículo es soltar las anclas al pasado y hacer un llamado y una invitación a todas y todos los lectores para reflexionar sobre el qué sigue y qué hacemos con este compromiso que hemos adquirido. Desde mi perspectiva el verdadero desafío del siglo XXI no es que la mujer entre, sino que lidere, que continúe construyendo desde su identidad, sin necesidad de pedir disculpas por su estilo, su tono o su forma de ejercer autoridad; o por factores externos que pudieran influir (ser madres, no ser madres, estar casadas, estar divorciadas, estar solteras, ser heterosexual, ser homosexual y todas las demás clasificaciones que se les ocurra).


EL LIDERAZGO FEMENINO: NI COPIA NI IMPOSICIÓN

El liderazgo femenino no consiste en imitar modelos preexistentes (no quiero llamarlo “modelos masculinos” porque sin duda creo que va más allá), sino en crear una nueva forma de poder, una que entiende la empatía como una estrategia, la inteligencia emocional como un activo y la colaboración como una ventaja competitiva. La evolución de las generaciones, de la tecnología, la inmediatez y todos los factores que hoy son relevantes para el mundo de los negocios requieren de nuevas perspectivas y propuestas.


Diversos estudios globales muestran que las empresas con más mujeres en puestos directivos son más rentables, más innovadoras y sostenibles. Las abogadas que dirigen equipos suelen tener tasas de retención más altas, mejor gestión del talento y una comunicación más efectiva. ¿Por qué?, mi opinión es que el liderazgo femenino no busca imponer, sino influir, y esa es, quizá, la forma más sofisticada de ejercer el poder.


DE HANDICAP A VENTAJA

Por décadas nos entrenaron (aunque no fuera el objetivo) para leer el contexto, anticipar escenarios y mediar en conflictos. Esa habilidad, que en el entorno personal parecía una carga, en el entorno profesional se traduce en pensamiento estratégico. 


Retomando mi experiencia en el torneo de golf, les puedo compartir que fuera de sentir una presión por ser mujer, me sentí totalmente acogida por mi equipo, hubieron varios golpes que hice que posicionaron a mi equipo en un escenario ideal y mi participación al igual que la de los otros 3 hombres tuvo momentos estratégicos y que sumaron, lo que me llevó a reflexionar sobre cuántas veces somos nosotras mismas quienes levantamos barreras y ponemos en duda o cuestionamos el valor de nuestra participación. Esto llevado a la vida profesional, se traduce en aquellas veces que me he encontrado sentada en mesas donde las mujeres no figuran o son minorías y al momento de negociar, de externar opiniones o plantear estructuras, me he sentido abrumada o con temor de no hacerlo perfecto, pero ¿quién dijo que teníamos que hacerlo?. Esto es una barrera y creencia más de que las mujeres debemos demostrar constantemente que merecemos estar donde estamos, ese exceso de autoexigencia nos desgasta y, a menudo, nos impide disfrutar el camino y los logros, por ello, el siguiente paso no es solo conquistar más espacios, sino redefinir la forma en que los habitamos.


En las nuevas generaciones se vive diferente. Hace un par de días platicaba con mi equipo de trabajo y comentábamos el tema de ser líder, empoderar, inspirar y crear una nueva realidad. Escuchando a abogadas y abogados más jóvenes me dió mucho gusto darme cuenta de que viven cada vez con menos prejuicios, sesgos y sin hacer diferencias o si quiera cuestionarse si existen; lo que me hace creer que el futuro es alentador, me hace pensar que estamos formando y educando nuevas generaciones que van dejando de lado el cuestionarse si es una desventaja ser mujer, si tener un par mujer será algo que los afecte o beneficie, si está bien o mal tener una jefa mujer y si esa situación suma o resta en su vida. Creo que todo tiene que ver con la cultura que vamos fomentado y transmitiendo, cuya consecuencia será que esta nueva realidad permee hacia todos lados.


¿QUÉ SIGUE AHORA QUE LLEGAMOS?

Personalmente, me siento con una gran responsabilidad. Desde mi perspectiva, no se trata de competir y ganar, tampoco creo que se trate de imponer ni de actuar de forma autoritaria, creo que se trata de querer dejar de encajar y seguir transformando; la verdadera revolución no está en ocupar los cargos, sino en cambiar las reglas del juego desde adentro, de forma racional, objetiva, disruptiva, pero sin llegar al extremo de ser radical, de nada servirá irnos al otro extremo. Empecemos a vivir de forma orgánica y natural el hecho de que las mujeres hoy somos líderes, hoy nos sentamos a negociar en las mesas más importantes y esto no es más que un fact, lo cual no está peleado con todas la otras cosas que también como mujeres hacemos a diario, ser mamás, esposas, hijas, amigas, compañeras, deportistas, artistas. Lo cual, va de la mano con seguir formando y tejiendo redes de apoyo, impulsar políticas de mentoría, abrir espacios para nuevas voces y, sobre todo, ejercer un liderazgo consciente que inspire sin replicar las viejas dinámicas de poder.


No basta con ser la primera, hay que asegurarse de que no seamos la última. El reto ya no es romper el techo de cristal… ya lo rompimos; hoy toca reconstruir el edificio entero.


*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.


Nadiezhda Vázquez

Nadiezhda Vázquez Careaga es Asociada Senior en SMPS Legal. Cuenta con amplia experiencia en derecho corporativo, bancario y financiero, asesorando a empresas en la constitución y reforma de sociedades, elaboración de estatutos sociales, actas de asamblea, títulos accionarios y poderes. Ha participado en la estructuración y modificación de fideicomisos, así como en operaciones relacionadas con inversiones extranjeras. Su práctica incluye también la preparación e instrumentación de contratos civiles y mercantiles, auditorías inmobiliarias para FIBRAS, y asesoría en materia de garantías y operaciones de crédito.

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