VIDA PERSONAL Y DESPACHO: NEGOCIANDO FRONTERAS CON CLARIDAD
Cinthya González
15 de Diciembre, 2025

Si eres abogada, sabes de lo que hablamos. Esta no es solo una carrera contra el tiempo; es una batalla constante por demostrar que merecemos estar aquí.


El día a día en el sector legal, ya sea en despacho o en empresa, suele sentirse a menudo como una carrera sin pausas: plazos que asfixian, clientes que esperan disponibilidad 24/7 y una presión constante por responder de inmediato. Y aunque no somos las únicas en esta dinámica, en el derecho la hemos normalizado al grado de creer que este ritmo es parte esencial de “ser abogada”.


Pero seamos claras: ese ritmo tiene un costo: uno alto. Para las mujeres, el costo es aún mayor. Estudios globales señalan que las abogadas reportan niveles significativamente más bajos de bienestar emocional que sus pares hombres (IBA, 2021)(1), lo cual indica mayor riesgo de desgaste emocional en abogadas dentro de la profesión jurídica


No solo debemos demostrar competencia técnica; también cargamos, en la mayoría de los casos, con responsabilidades personales y de cuidado que siguen recayendo de manera desproporcionada sobre nuestras vidas. Trabajamos en dos planos: el que se ve y el que nadie contabiliza.


Cuando el ritmo deja de ser impulso y se convierte en desgaste

El sobretrabajo (burnout) no se manifiesta de inmediato. Se acumula de forma silenciosa, en detalles aparentemente pequeños: revisar correos a medianoche “para adelantar”, sentir culpa al no contestar de inmediato, o incluso creer que pedir ayuda es una señal de falta de capacidad. Con el tiempo, esta dinámica pasa factura y puede derivar en:


  • Fatiga cognitiva: Afecta la precisión en la redacción y el análisis.
  • Disminución de la creatividad: Las soluciones se vuelven rígidas.
  • Desgaste emocional: Se vuelve difícil disfrutar el tiempo fuera del trabajo.
  • Imposibilidad de desconectar: La mente no descansa, aunque el cuerpo sí lo haga.


Mantener una carrera jurídica rigurosa no implica renunciar a la vida personal. Implica aprender a administrar la energía, no solo el tiempo.


Por qué este desafío es especialmente relevante para las mujeres

Para nosotras, el desafío es triple. No solo enfrentamos el doble estándar en el que la firmeza puede ser interpretada de manera negativa cuando proviene de una mujer; también cargamos con la presión de conciliar. Esta presión se traduce, con frecuencia, en culpa. 


La realidad es contundente: de acuerdo con la ENUT 2024(2), las mujeres en México realizan 2.5 veces más trabajo no remunerado que los hombres. Y esta doble jornada coincide con los años de consolidación profesional, donde las mujeres enfrentan mayor riesgo de estancamiento o abandono de trayectoria.


¿Quién no ha sentido esa punzada al dejar a los hijos en la escuela —o incluso al no tenerlos— para quedarse hasta tarde, sabiendo que, en muchos despachos, se valora más a la mujer disponible “sin distracciones”? Este modelo contribuye directamente a la brecha de liderazgo: solo el 17% de los puestos de alta responsabilidad en bufetes de abogados en México están ocupados por mujeres (IBA, 2024)(3) .


Hemos comprado la idea de que salir tarde es ser más eficiente. Pero quedarnos hasta el final no nos hace mejores: solo fortalece un sistema que nos desgasta y excluye.


Por eso, negociar límites no es falta de compromiso; es una estrategia de sostenibilidad profesional


Estrategias prácticas para cuidar el equilibrio sin afectar el desempeño

Estas acciones no requieren cambios institucionales, sino decisiones conscientes en nuestra gestión diaria:


1. Definir ventanas de disponibilidad claras: No es limitar el compromiso, sino organizarlo. 


2. Sustituir “no puedo” por “propongo esta alternativa”: Negociar tiempos es ejercer liderazgo sobre prioridades.


3. Entender que los cierres (en una transacción) o los términos son ciclos, no estilo permanente de trabajo.


4. Incorporar micro-rituales de recuperación: No requieren tiempo extra; requieren intención:

  • Pausa sin pantallas al terminar la jornada
  • Caminata breve para cambiar de estado mental.
  • Respiración profunda entre reuniones o llamadas.


El papel de los liderazgos

Aunque cada abogada puede gestionar sus prácticas personales, la cultura se transforma desde los equipos. Líderes que modelan límites sanos envían un mensaje claro: el profesionalismo no se mide en horas visibles, sino en criterio y consistencia. Las redes entre mujeres no solo acompañan: crean referencias y abren camino.


Conclusión

Podemos amar la profesión sin entregarle la vida por completo. Podemos ser rigurosas, brillantes y comprometidas, sin renunciar al espacio donde respiramos, sentimos y existimos fuera del despacho.


Negociar fronteras no es una señal de falta de compromiso, sino una decisión estratégica para sostener una carrera jurídica en el largo plazo. El valor de nuestra práctica no se mide por la cantidad de horas visibles, sino por la calidad de nuestro trabajo y la conciencia con la que administramos nuestra energía.


No estamos aquí para demostrar que podemos con todo. Estamos aquí para elegir en qué vale la pena poner el corazón. La abogacía necesita mujeres que permanezcan —pero no a costa de sí mismas. Permanecer requiere sostenernos, acompañarnos y recordar que una vida plena también es parte del éxito.


*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.


Referencias:

(1) International Bar Association (IBA). Bienestar Mental En La Profesión Jurídica: Un Estudio Global. 2021. 


(2) INEGI. Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2024. Resultados. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. 


(3) International Bar Association (IBA). 50:50 en 2030: Estudio longitudinal sobre la desigualdad de género en la profesión jurídica — Informe de resultados México. 2024.


Cinthya González

Cinthya González es Asociada en Von Wobeser y Sierra, concentrando su práctica en las áreas de Corporativo, M&A, y Datos Personales. Cuenta con Maestría en Ciencias Jurídicas por la Universidad Panamericana y un programa ejecutivo de Delegado de Protección de Datos (DPO) en el Centro de Estudios Garrigues (Madrid). Asiste a clientes nacionales e internacionales en asuntos de gobierno corporativo, reestructuras y negociaciones comerciales además de ser especialista certificada en protección de datos personales. Ha compartido su experiencia como ponente y es profesora adjunta en la Universidad Panamericana, guiando a las nuevas generaciones de abogados.

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