La participación femenina en todos los ámbitos de la sociedad contemporánea es esencial en igualdad de condiciones frente al hombre; lo mismo en la ciencia, que en la política, o la economía o cualquier otro escenario. México cuenta con mujeres valerosas, talentosas y capaces, si bien reconocemos que la brecha de igualdad sigue siendo amplia con ventajas superiores para el género masculino. No obstante, la vida política demanda con urgencia la presencia de la mujer con un fin concreto de acabar con la violencia política que se genera cuando de manera sistemática y permanente se atenta contra el estado de derecho.

Escenario político y normativo

Nuestra Constitución Política en su artículo 49 enuncia que el Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial; poderes del sistema político y órganos supremos con igualdad de legitimidad y poder, para crear normas, gobernar y resolver controversias respectivamente, en apego irrestricto a la observancia del estado de derecho. La historia de muchos países en el orden constitucional ha demostrado como señala Talancón, que “…para establecer límites a la violencia del Estado, apareció en el horizonte el constitucionalismo moderno… por medio de las constituciones del siglo XIX, se establecieron límites y equilibrios al ejercicio del poder estatal. El liberalismo constitucional y sus instituciones en torno a los derechos, fueron los garantes con que la cultura jurídica occidental buscó controlar los impulsos violentos del Estado”(1).

“El Estado de derecho consiste en la sujeción de la actividad estatal a la Constitución y a las normas aprobadas conforme a los procedimientos que ella establezca, que garantizan el funcionamiento responsable y controlado de los órganos del poder; el ejercicio de la autoridad conforme a disposiciones conocidas y no retroactivas en términos perjudiciales, y la observancia de los derechos individuales, sociales, culturales y políticos”(2).

No atender con cuidado dicho orden, tergiversa la actividad política provocando un nicho de violencia política. Consecuentemente, la tradición del rol de la mujer, recluida casi con exclusividad a las labores del hogar aún en gran parte del siglo pasado, puede significar una ventaja favorable de cara al siglo XXI contribuyendo a la vida política de México. Nos estamos refiriendo a su liderazgo en los grupos; a la toma de decisiones críticas para solventar dificultades; a la labor de organización; al manejo responsable de recursos económicos y a la justicia para el trato igualitario de las personas, todos ellos fortaleza de la mujer.

La política, entendida como el arte del buen gobierno de una sociedad democrática y moderna, debe estar al servicio del estado de derecho y no al revés. Así las cosas, la mujer de hoy con el bagaje cultural heredado de su antiguo rol, conlleva una ventaja competitiva frente al hombre, logrando ser ejemplo para niñas y adolescentes que inevitablemente llegarán un día a insertarse a la vida laboral contemporánea y su impronta en el escenario político. 

Por ende, el rol femenino representa un cambio de mejora para millones de mexicanos y mexicanas, ejerciéndose bajo principios éticos que involucran las mejores características de la mujer en dicho ejercicio. De no corregirse el camino para defender el estado de derecho, se puede gestar un escenario político absolutista, dictatorial, con pseudo facultades omnipresentes en el gobernante, juez o legislador que pretenda determinar así el destino y futuro de un pueblo entero.

Resultan de sumo interés los principios que sostienen al estado de derecho tal y como lo explica Valadés, cuando retoma los propuestos por Zippelius, y otros que él mismo complementa, al señalar:

“Por todo lo anterior considero que, a los principios básicos del Estado de derecho (proporcionalidad y exceso) enunciados por Zippelius … pueden agregarse dos más, complementarios de aquéllos y que permiten encuadrar satisfactoriamente al Estado social de derecho. Propongo incluir el principio de razonabilidad, en virtud de que la organización estatal debe tender a la integración y no a la estratificación de la sociedad, y el principio de equidad, toda vez que la igualdad entre desiguales es meramente conjetural”(3).

Notas características del rol femenino para evitar la violencia política

La actividad política de la mujer lidera la defensa de las libertades, impactando favorablemente el panorama general de los DDHH. La apuesta es en favor de ellas, a lo que han sabido ejecutar por siglos en sus propias familias, comunidades indígenas, y grupos sociales diversos. Por tanto, proponemos los siguientes lineamientos de gestión ética: 

1. El debido cumplimiento de la norma jurídica;
2. El debido ejercicio de la función pública; 
3. Aceptación del debate plural;
4. Respeto irrestricto de las libertades y derechos fundamentales de las personas;
5. Liderazgo y congruencia en la conducción de la política nacional conforme a la Carta Magna.

El ejercicio de la política debe sumar a mujeres a las primeras líneas para defender el estado de derecho y rendir tributo con la experiencia histórica de su rol femenino, a las mejores prácticas políticas en favor de México.

*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.

Referencias:

(1) Talancón, Jaime Hugo. “Violencia política” en Revista de la Facultad de Derecho de México. vol. 59 núm. 251. México. UNAM. 2009. p. 381.

(2) Valadés, Diego. “La no aplicación de las normas y el Estado de Derecho” México. Boletín Comparado de derecho mexicano. nueva serie, año XXXV núm. 103 enero-abril 2002. pp. 219-291. 

En: https://www.redalyc.org/pdf/427/42710308.pdf

(24 de septiembre de 2025).

(3) Ibidem., pp.233-234.