LA ABOGADA NÓMADA
Sofía Ramírez
24 de Junio, 2025

La abogacía, históricamente anclada a escritorios físicos, jornadas extensas y oficinas jerárquicas, atraviesa un proceso de transformación silenciosa pero poderosa. En este nuevo escenario, emerge la figura de la abogada nómada: mujeres que ejercen su profesión desde distintos lugares del mundo, con la misma rigurosidad, compromiso y liderazgo que si estuvieran presentes físicamente en un despacho. Esta forma de ejercer el derecho no es una excepción ni una tendencia pasajera; es una respuesta estructural a los desafíos que impone la vida profesional contemporánea: conciliación, digitalización, movilidad y sostenibilidad.


En este contexto, el modelo presencial tradicional está siendo reconfigurado. Lo que antes parecía incompatible —trabajar en derecho a distancia, desde otro país, o en un horario no convencional— hoy es viable, funcional y, en muchos casos, más eficiente. Gracias a herramientas tecnológicas, procesos digitales y una cultura laboral en evolución, cada vez más abogadas mexicanas pueden colaborar con firmas desde el extranjero. Coordinan proyectos, redactan contratos, asesoran clientes y participan en audiencias virtuales, todo desde distintas zonas horarias. La clave está en la estructura: no importa desde dónde se trabaje, sino cómo se entregan los resultados.


Esta evolución no solo ha sido impulsada por el sector privado. El sistema judicial mexicano también ha dado pasos firmes hacia la digitalización. Hoy, una proporción creciente de audiencias en materias civiles, familiares y administrativas se realizan en línea, lo que ha permitido que las abogadas puedan continuar con su labor sin importar su ubicación. Del mismo modo, las reuniones presenciales con clientes han dejado de ser la norma. Firmas grandes y medianas optan por modelos híbridos o totalmente remotos, lo que mejora la disponibilidad, reduce los tiempos improductivos y, paradójicamente, fortalece la relación con los clientes. El contacto profesional se ha vuelto más directo, constante y accesible.


Este nuevo paradigma cobra especial relevancia para las mujeres. La conciliación entre la vida personal y profesional —por décadas un reto casi irresoluble para muchas— encuentra en el modelo nómada una vía concreta y sostenible. No se trata de flexibilizar para exigir menos, sino de reorganizar el ejercicio profesional desde una perspectiva más realista y equitativa. Esta modalidad permite mantenerse activas durante periodos como maternidades, mudanzas o transiciones personales sin tener que pausar su carrera. Al eliminar barreras como la rigidez horaria y la exigencia de presencia constante, abre caminos de desarrollo profesional más sostenibles y personalizados, sin que ello implique renunciar a la excelencia o a posiciones de liderazgo.


Ahora bien, esta oportunidad no está exenta de retos. Aunque el teletrabajo en el sector jurídico ha avanzado, las cifras reflejan una realidad desigual. Entre junio y agosto de 2024, solo el 9.7 % de los asalariados en México trabajó desde casa. De ese total, 71 000 eran mujeres, frente a 86 000 hombres (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2024), lo que muestra que los hombres están aprovechando más este modelo. Además, la participación laboral femenina apenas subió del 43 % al 46 % en la última década, muy por debajo del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que es del 67 %. Al ritmo actual, México tardaría más de 50 años en cerrar esa brecha (Instituto Mexicano para la Competitividad [IMCO], 2025). Estos datos subrayan que el modelo de la abogada nómada no solo es deseable, sino urgente, si se quiere construir un entorno más igualitario en la profesión.


Afortunadamente, muchas firmas han comenzado a profesionalizar el trabajo remoto. Dotan a sus abogadas de sillas ergonómicas, monitores externos, acceso a software jurídico y conexión segura. El teletrabajo ya no es improvisación, sino parte integral de la cultura organizacional. La tecnología no reemplaza el talento jurídico, pero sí lo potencia, permitiendo que cada parte del proceso se coordine con precisión. Lo relevante no es el espacio físico desde el que se trabaja, sino el estándar con el que se ejerce.


Lejos de aislar, el modelo nómada refuerza la colaboración. Exige más claridad, comunicación, empatía y autonomía. Una abogada que trabaja desde otro país debe seguir el ritmo del equipo, anticipar necesidades del cliente y respetar los tiempos del sistema judicial. Su presencia no se mide en metros cuadrados, sino en su capacidad para generar confianza, resolver con criterio y mantener el hilo conductor de los asuntos a su cargo.


En este contexto, es importante recordar que la conciliación no debe ser malinterpretada. No se trata de reducir exigencias ni de romantizar la flexibilidad, sino de construir modelos de trabajo que permitan una vida laboral plena y productiva. Ignorar esta oportunidad o asumir que flexibilizar es sinónimo de ceder podría perpetuar la brecha en lugar de cerrarla.


La abogada nómada es, en suma, una figura que responde con inteligencia y estrategia a un entorno cambiante. Su camino no es más fácil, pero sí más libre. No menos comprometido, sino mejor adaptado. Porque el derecho no se ejerce solo desde un escritorio ni bajo una única forma. Se puede y se debe repensar para que más mujeres puedan liderar, crecer y transformar la profesión desde donde estén.


*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.


Sofía Ramírez

Sofía Ramírez Necoechea es Asociada del despacho EC Rubio y, desde hace más de tres años, ejerce tiempo completo desde España, colaborando de forma remota con su equipo de trabajo en México (Monterrey, Nuevo León). Abogada mexicana de 26 años, que se centra su práctica en las áreas de derecho corporativo, propiedad intelectual e inmobiliario. Es miembro activa de Abogadas MX y cree firmemente en modelos de trabajo flexibles, sostenibles y compatibles con una vida profesional profunda, ética y con propósito.

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