¿Quién Dijo que No se Puede Tener Todo?: Cómo negociar condiciones laborales como abogada

En los últimos años, he reflexionado mucho sobre una cuestión que me parece fundamental para las abogadas en México: ¿por qué sentimos que debemos elegir entre el éxito profesional y una vida personal plena? Observo a otras abogadas que han alcanzado altas posiciones dentro de sus oficinas, despachos o empresas y me pregunto si realmente disfrutan de su tiempo libre, si pueden dedicar tiempo a sus familias y a sus pasiones. Y, por otro lado, veo a quienes priorizan su bienestar personal, pero me cuestiono si eso implica renunciar a ciertas oportunidades en su carrera profesional.
Diversos factores contribuyen a esta sensación que muchas hemos tenido en cuanto a que “no podemos tenerlo todo”: la presión constante por demostrar nuestra valía, los estereotipos de género aún presentes en el ámbito legal, la falta de flexibilidad en muchas estructuras laborales, entre otras.
¿Cuántas no han experimentado la dificultad o el miedo de pedir un aumento de sueldo, o el temor a ser percibida como “complicada” o “floja” al pedir la oportunidad de trabajar desde casa? Por ello, decidí escribir este artículo, no con la intención de ofrecer una fórmula mágica (pues no la tengo), de publicar una guía definitiva, ni de dar consejos profesionales, sino para compartir algunas ideas, inquietudes y experiencias que he compartido con otras abogadas, así como algunas ideas que han surgido en el camino, y que tal vez puedan inspirar a otras abogadas, que buscan tener un equilibrio entre su carrera profesional y su vida personal, a sentirse más seguras y a tener un punto de partida para negociar sobre ciertas condiciones que muchas veces se dan por sentado.
Derribando el muro del silencio: ¿Por qué nos cuesta tanto expresar nuestras necesidades?
¿Nos hemos detenido a analizar por qué resulta tan difícil expresar nuestras necesidades y aspiraciones en el ámbito laboral? Considero que existen diversas razones. En primer lugar, muchas de nosotras nos enfrentamos al denominado “síndrome del impostor”, siendo esa sensación interna de no ser lo suficientemente competentes o aptas, de temer ser descubiertas como un fraude.
Además, hemos crecido bajo la influencia de ciertos mandatos sociales que nos instan a “evitar el conflicto”, a ser “agradecidas”, a evitar ser “exigentes”, y a priorizar las necesidades ajenas por encima de las propias. Estos mensajes internalizados dificultan que nos sintamos con la libertad de negociar y defender nuestros intereses.
Nos surgen dudas como: ¿Será buen momento? ¿Y si mejor me espero a que baje la carga de trabajo? ¿Estoy exagerando? ¿Me lo merezco? ¿Y si lo toman a mal? Llegando incluso a extremos como el típico ¿Y si me corren?
Por otro lado, no podemos ignorar los factores externos que contribuyen a esta situación. En muchos entornos laborales, la falta de transparencia salarial, la alta competitividad y la expectativa de “agradecer la oportunidad” generan un clima poco propicio para la negociación.
Sin embargo, es momento de superar estas barreras, usando como estrategias:
- Practicar la autocompasión: Reconocer que somos seres humanos imperfectos, con derecho a equivocarnos y a ser tratadas con amabilidad.
- Recordar nuestros logros: Elaborar un listado de nuestros éxitos y contribuciones en el ámbito profesional, y revisarlo cuando nos sintamos inseguras.
- Buscar el apoyo de una mentora: Acercarnos a una abogada a quien admiremos y solicitar su guía y consejo.
- Visualizar el éxito: Imaginar el logro de nuestros objetivos y cultivar la confianza necesaria para alcanzarlos.
Conoce tu valor
Seamos honestas: ¿cuántas veces hemos aceptado un empleo sin tener claridad sobre nuestro valor en el mercado? Sin tener referencias o las referencias adecuadas, es muy difícil saber si lo que ganamos o las condiciones en las que trabajamos son justas.
A veces el vivir dentro de nuestras propias ideas nos hace llegar a pensar que la situación en la que nos encontramos es lo “normal” o lo que debe de ser, sin realmente cuestionar desde un punto de vista objetivo si es justo.
Por ello, resulta fundamental investigar previamente, contando como fuentes de información confiables:
- Glassdoor y LinkedIn Salary: Estas plataformas ofrecen datos sobre salarios promedio por puesto, empresa y ubicación. Si bien no siempre son completamente exactas, proporcionan una referencia útil.
- Headhunters: Existen página como Michael Page, entre otras, que citan puestos específicos y sueldos en sus vacantes. Esto puede darte una idea de como está el mercado en dichas posiciones.
- Consultar con otras abogadas: Atrevámonos a hablar abiertamente sobre temas salariales con nuestras colegas abogadas. Aunque pueda ser un tema tabú, es la mejor forma de conocer las tendencias del mercado.
- Recurrir a asociaciones de abogados: Diversas asociaciones realizan encuestas sobre salarios y beneficios.
Más allá del sueldo: ¿Qué otros beneficios puedes negociar?
Si bien el sueldo es un factor importante, no siempre la inconformidad está relacionada con un tema económico. Existen diversos beneficios no monetarios que pueden contribuir a una vida profesional más equilibrada y satisfactoria.
Algunos ejemplos incluyen:
- Flexibilidad horaria: Explora la posibilidad de ajustar los horarios laborales para adaptarlos a tus necesidades personales.
- Opciones de trabajo remoto: Evalúa la viabilidad de trabajar desde casa algunos días a la semana, lo cual puede ahorrarte tiempo y dinero en traslados.
- Oportunidades de capacitación: Solicita el financiamiento de cursos, congresos o certificaciones que contribuyan a tu desarrollo profesional.
- Programas de mentoría: Pide la asignación de un mentor que te guíe y te apoye en tu crecimiento en la profesión.
El problema es que muchas de estas cosas no se negocian al inicio, y una vez dentro del trabajo, parece difícil cuestionarlas. Tal vez una solución es aprender a identificar lo que necesitamos antes de llegar al punto de saturación o el famoso “burnout”, y buscar espacios (formales o informales) para poder hablarlo sin que sea mal visto.
El arte de negociar sin sentirte culpable
Una preocupación constante es cómo seremos percibidas al pedir algo. ¿Nos verán como problemáticas? ¿Nos cerramos puertas sin darnos cuenta? ¿Nos veremos débiles o poco profesionales? Este miedo tiene un peso real y no siempre se puede ignorar.
Negociar nuestras condiciones laborales puede generar cierta inquietud, pero no tiene por qué ser una experiencia negativa. Se trata de defender nuestros intereses con asertividad y confianza, reconociendo el valor que aportamos a nuestra organización.
Para negociar de manera efectiva y sin sentirnos culpables, puedes considerar lo siguiente:
- Preparación: Antes de iniciar la conversación, definamos nuestros objetivos (¿qué quiero lograr?), investiguemos nuestras opciones (¿qué ofrecen otras empresas o despachos?) e identifiquemos nuestras fortalezas (¿qué habilidades y logros me distinguen?).
- Comunicación asertiva: Expresemos nuestras necesidades de manera clara, directa y respetuosa, respaldando nuestros argumentos con datos, resultados y ejemplos concretos.
- Confianza: Reconozcamos nuestro valor y la contribución que hacemos a la organización. No tengamos miedo de pedir lo que merecemos.
- Flexibilidad: Estemos dispuestas a explorar opciones creativas y a ceder en algunos puntos, siempre y cuando no comprometamos nuestros objetivos principales.
- Límites: Sepamos cuándo retirarnos de la negociación si no se cumplen nuestras expectativas mínimas, siempre que existan datos que respalden lo que pides.
La fuerza de la sororidad
En mi experiencia, una de las herramientas más valiosas que tenemos las abogadas es el apoyo mutuo. Hay algo poderoso en hablar con quienes han pasado por lo mismo o que tienen más experiencia que tú en el ámbito.
Al crear redes de sororidad, podemos compartir información, experiencias y estrategias de negociación, y brindarnos el aliento y la confianza necesarios para alcanzar nuestras metas.
¿Cómo podemos construir estas redes de apoyo?
- Organiza encuentros informales: Invita a otras abogadas a conversar sobre temas profesionales y personales.
- Crea grupos en redes sociales: Utiliza plataformas como LinkedIn o WhatsApp para formar comunidades virtuales donde puedas compartir información, hacer preguntas y ofrecer apoyo.
- Participa en asociaciones de abogadas: Únete a organizaciones que promuevan el desarrollo profesional y el liderazgo de las mujeres en el ámbito legal.
- Asiste a eventos y conferencias: Aprovecha estas instancias para conectar con otras abogadas, intercambiar ideas y aprende de sus experiencias.
En mi opinión, estas conversaciones deberían darse más seguido, incluso entre distintas generaciones de abogadas, pues aportar ideas desde las distintas perspectivas o vivencias te puede ayudar a entender el por qué pedir lo que necesitas, más que ser importante, muchas veces es necesario. No para competir, sino para acompañarnos y darnos perspectiva.
Podemos tenerlo todo, ¡y lo merecemos!
Sé que el camino no es fácil. Enfrentamos desafíos importantes, tanto internos como externos. Sin embargo, estoy convencida de que podemos superarlos si nos unimos, si nos apoyamos mutuamente y si nos atrevemos a defender nuestros derechos y a perseguir nuestros sueños.
Recordemos siempre que merecemos tener una carrera exitosa y una vida personal rica y equilibrada, que existen retos para cualquier persona en el trayecto, pero si nuestro objetivo es firme y somos perseverantes, podemos alcanzarlo. No permitamos que nadie nos diga lo contrario. ¡Podemos tenerlo todo de una forma equilibrada, y lo merecemos!
*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.