La reforma y la desventaja: trabajadores de plataformas móviles

La abogacía nos mantiene ocupadas, a veces, más de lo que debería y una de las cosas que por ende suele incluir nuestro día, es el uso de plataformas móviles para pedir comida. Hace algunas semanas, esperaba un café y, mientras lo hacía, vi entrar a una repartidora: chaleco reflectante, casco desgastado, el teléfono sonando con lo que parecían ser nuevos pedidos; ella recogió un par de bolsas del mostrador, sonrió y se fue.
Al verla marcharse, no pude evitar pensar si la reforma laboral sobre trabajos de plataformas móviles ya estuviera plenamente vigente, ¿su vida laboral sería más justa, más complicada o exactamente la misma que hasta hoy?
La reforma, hecha al vapor y publicada de forma casi clandestina, pretende que las personas repartidoras dejen de flotar en el limbo jurídico del “no eres mi trabajadora, pero actúas como si lo fueras”. Reconoce derechos laborales básicos, acceso a seguridad social, vacaciones, primas… y también impone a las plataformas responsabilidades claras. Hasta aquí, parecería que todo está bien, pero dicen que el diablo, como siempre, está en los detalles.
Las buenas noticias
La reforma promete visibilidad y protección. Tener un contrato formal podría significar:
- Cobertura en caso de accidentes: y sí, esto importa cuando tu herramienta de trabajo tiene ruedas y las calles parecen campo minado.
- Seguridad social: que no es solo tratamiento médico gratis, sino también un mínimo de pensión futura y beneficios de vivienda.
Además, formalizar la relación laboral puede reducir la vulnerabilidad frente al acoso, tanto por parte de clientes como de superiores (virtuales o humanos), al existir, idealmente, protocolos y canales internos de denuncia.
Los “peros” que no caben en las noticias oficiales
Pero no todo es “de color de rosa” ya que la reforma implica también algunas complicaciones:
- Menor flexibilidad: muchas personas, especialmente mujeres trabajadoras, optan por el reparto precisamente porque les permite combinarlo con cuidados familiares. Una jornada rígida podría quitarles la autonomía que ahora tienen.
- Selección adversa: si las plataformas perciben mayores “costos” por emplear mujeres (por las mismas razones de discriminación laboral en razón de género de otros sectores), podrían reducir su contratación, aunque sea de forma encubierta.
- Exclusividad cuestionable: el registro de seguridad social supone, como hasta ahora se ha manejado, un trabajo de tiempo completo y, por tanto, la imposibilidad de tener más de un registro. Es sabido que la gran mayoría de las personas que se dedican al reparto, e incluso conducción vía plataformas, cuentan con más de una aplicación o plataforma activa para incrementar sus ingresos y oportunidades de “trabajo”.
En resumen: pasar de ser “independiente precaria” a “empleada precarizada” no es el sueño emancipador que esperaba ninguna de las personas dedicadas a este negocio.
El papel de la abogacía
Aquí entramos nosotras. Las mujeres abogadas tenemos un rol que no es solo técnico, sino político y cultural con el que podemos influir:
- Traductoras de la ley: explicar a las personas repartidoras, en lenguaje que no suene a acta notarial, qué derechos tienen y cómo reclamarlos.
- Diseñadoras de estrategias: no basta litigar; hay que pensar en cómo negociar cláusulas, capacitar sindicatos y presionar por reglamentos con enfoque de inclusión, aún sin dedicarnos al tema laboral, ya que se trata de un fenómeno multidisciplinario.
- Vigilantes incómodas: señalar cuando la implementación de la reforma se queda corta o reproduce desigualdades, aunque moleste a quien la haya redactado o aplaudido.
Nuestro reto es evitar que la perspectiva de inclusión (de género, de diversidad, etc.) sea un párrafo decorativo y convertirla en un criterio operativo que se sienta en la calle, en las “apps” y en la cuenta bancaria de las personas trabajadoras.
Así que la próxima vez que vea que pida algo comer, además de la propina, quizás también entregue un folleto de derechos laborales. La reforma es un paso; la ruta, todavía larga y con baches. A nosotras nos toca pedalear, en juzgados, en foros y en mesas de trabajo, para que las personas que entregan pedidos también reciban lo que se les debe.
*El contenido de este artículo es responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.