La barrera invisible para el crecimiento profesional: El síndrome del impostor

¿Alguna vez has sentido que no eres lo suficientemente buena?
¿Te has cuestionado si serías capaz de desempeñar un puesto o liderar un proyecto? ¿Has pensado que solo cuestión de suerte conseguir un trabajo? ¿Sientes que en ningún lugar te contratarían? ¿Menosprecias lo que sabes o haces? Todos estos pensamientos tienen un nombre y apellido: el síndrome del impostor.
A días del 8 de marzo, una fecha en la que las mujeres de todo el mundo marchamos por nuestros derechos, la igualdad y en contra de la violencia y discriminación que históricamente hemos sufrido, queremos abordar un tema que afecta o ha afectado a la mayoría de las mujeres profesionistas a lo largo de nuestra vida: el síndrome del impostor.
Este fenómeno psicológico se manifiesta como una profunda inseguridad en el ámbito profesional, en el que las personas sienten que no son merecedoras de sus logros, y que en cualquier momento pueden ser descubiertas como un “fraude”. Constantemente dudan de sus conocimientos, habilidades y competencias, lo que les impide asumir nuevos desafíos, liderar proyectos o postularse para altos cargos. En algunos casos, incluso pueden caer en el autosabotaje, por lo que además de generar estrés y ansiedad, el síndrome del impostor crea una barrera invisible para el crecimiento profesional.
El síndrome del impostor es un fenómeno que afecta tanto a hombres como a mujeres, sin embargo, es mucho más común entre las mujeres debido a diversos factores como el entorno social en el que fuimos educadas o que históricamente los puestos de liderazgo han sido ocupados por hombres.
Normalmente, el síndrome del impostor surge del miedo al fracaso, el perfeccionismo y las comparaciones constantes con los demás. Según el periódico El País(1), en 2023, tres de cada cuatro mujeres experimentaron este síndrome a lo largo de su carrera, especialmente aquellas en puestos ejecutivos o de liderazgo.
Personalmente, las autoras de este artículo también hemos experimentado este síndrome, ya que, como abogadas, hemos estado expuestas a las altas exigencias del sector legal e inseguridades propias que, en las cuales a pesar de contar con la preparación y experiencia, minimizando nuestros logros o conocimientos, o sentido la necesidad de trabajar el doble para demostrar nuestra capacidad.
¿Hay solución? Desafortunadamente, no existe una “cura mágica” para el síndrome del impostor, pero sí existen medidas que podemos tomar para gestionarlo de manera efectiva. El primer paso, sin duda, es identificarlo, es fundamental realizar un ejercicio de introspección para reconocer los pensamientos negativos y de inseguridad que hemos tenido en el ámbito profesional.
Una vez reconocido, creemos que es esencial identificar nuestras habilidades y logros, hacer una lista de fortalezas y registrar hechos, logros, casos resueltos y reconocimientos recibidos puede ser útil para contrarrestar este fenómeno psicológico.
Es necesario desafiar los pensamientos negativos y atrevernos a probar cosas nuevas, ya que superar el miedo es la única forma de descubrir lo que somos realmente capaces de lograr.
Otra herramienta fundamental es el adoptar la mentalidad de “principiante” toda tu vida: nadie lo sabe todo y todos estamos en constante aprendizaje, ya que cuando asimilamos esto, empieza a desaparecer el miedo paralizante a “no ser perfecta”, por lo que en lugar de castigarnos por cada error, nos atrevemos a intentar, aprender y evolucionar.
Es fundamental dejar de compararnos con los demás, la presión derivada de la edad, a menudo, es una fuente de ansiedad importante, por lo que reconocer que cada persona tiene su propio camino y que el crecimiento profesional ocurre ritmos distintos, es clave para reducir la ansiedad.
Por lo anterior, consideramos que es de vital importancia contar con espacios y redes de apoyo con otras mujeres en el sector legal, en donde podamos compartir experiencias, desmitificar el éxito y fortalecer la confianza en cada una de nosotras.
Tenemos que entender que el aprendizaje es continuo y que el hecho de que cometamos errores no significa que no seamos competentes, sino que es parte del desarrollo profesional, por lo que contar con mentores o coaches, tanto hombres como mujeres, puede brindar perspectivas externas objetivas y fomentar el desarrollo profesional sin las barreras que el síndrome del impostor genera.
En sectores tradicionalmente masculinos, como el ámbito legal, el trabajo personal continuo, la seguridad en nuestras capacidades y la búsqueda de apoyo son claves para avanzar con éxito en nuestra carrera.
Cada logro que hemos alcanzado, cada obstáculo superado y cada paso adelante por más pequeño o grande que haya sido, refleja nuestro esfuerzo, talento y determinación. No dejemos que una voz interna llena de dudas minimice todo lo que somos capaces de lograr. El síndrome del impostor no nos define; nuestra capacidad y determinación sí lo hacen.
*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de sus autoras y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.
Referencias: