Atravesando las barreras de lo público y lo privado: la versatilidad de experiencias profesionales como ventaja en una carrera internacional.
10 de Octubre, 2024

Cuando comenzamos a definir nuestra carrera profesional, muchas veces solemos pensar que tenemos que elegir un camino recto y pautado desde el principio (ya sea en un estudio jurídico privado o una empresa, una entidad gubernamental, un organismo internacional, etc.), y que perfilarse por una u otra alternativa, o elegir entre el ámbito público o el privado, va a determinar el futuro de nuestra carrera dado que parecieran ser (a simple vista) dos universos muy distintos. En el 2017, tuve la oportunidad de realizar dos pasantías en tribunales internacionales de Naciones Unidas en La Haya (Países Bajos) y, luego de haber finalizado una maestría en los Estados Unidos, decidí cambiar de rumbo y comenzar una carrera en la práctica transaccional cross-border de un estudio jurídico americano. El propósito de este artículo es compartirles algunos aspectos de mis experiencias en estos tribunales internacionales, y cómo pude aplicar los conocimientos y herramientas adquiridas allí para enfrentar nuevos desafíos profesionales en un estudio internacional en Nueva York. Aprendí que la versatilidad es una habilidad critica en la práctica de la abogacía, que nos permite brindar soluciones alternativas ante situaciones o problemas comunes, y también que cada experiencia profesional es una oportunidad para moldear nuestro perfil y convertirnos en abogados/as más creativos/as e integrales. 


Del derecho civil al common law: “mind the gap”


Una de las primeras barreras a las que me he enfrentado en los tribunales internacionales al venir de una jurisdicción de derecho civil (en particular, de un país de Latinoamérica), es practicar el derecho bajo el common law. Mucho se ha escrito sobre los grandes desafíos de los/as jueces/as de tribunales internacionales (que provienen de todas partes del mundo) en intentar balancear la aplicación del derecho civil y el common law al momento de dictar sus sentencias (y aún más en el ámbito del derecho internacional penal), y en los/as litigantes al momento de diseñar argumentos para presentar en sus escritos judiciales – ¿se prioriza más el precedente, la costumbre, o la interpretación literal o histórica de la normativa? ¿cuál es la mejor manera de estructurar un argumento para que sea convincente? Durante mi experiencia en La Haya, pude dar cuenta de las ventajas y desventajas que tienen ambos sistemas, y pude tomar muchos aspectos beneficiosos del common law y aplicarlos tanto en el razonamiento jurídico como en la forma de redactar un argumento, un memorándum o un correo electrónico – sin ir mas lejos (y aunque parezca evidente), la capacidad persuasiva de escribir oraciones cortas, concisas y con vocabulario simple es considerable en comparación a una redacción mas compleja, extensa (y a veces circular) que muchas veces se estila en las jurisdicciones en Latinoamérica. Esta exposición inicial un nuevo sistema y razonamiento jurídico diferente al de mi jurisdicción fue una herramienta fundamental al momento de cambiar el rumbo hacia una carrera profesional en big law. Al trabajar en transacciones cross-border en donde la ley aplicable a los contratos es Nueva York, y alguna de las partes involucrada se encuentra en una jurisdicción extranjera de derecho civil (e.g. Latinoamericana), pude acortar la brecha (“bridge the gap”) entre potenciales expectativas del cliente o la contraparte en Latinoamérica con la practica del common law con mayor facilidad. 


El networking como herramienta clave para abrir nuevos horizontes


El networking es una herramienta fundamental en nuestra profesión, y cuantas más oportunidades buscamos para asistir a eventos corporativos, institucionales o académicos, más vamos desarrollando y puliendo nuestra habilidad para conectar con nuevos/as colegas, y encontrar puntos en común que eventualmente nos lleven a nuevas oportunidades profesionales. Las primeras veces que se asiste a este tipo de eventos, hablar con gente nueva puede parecer algo abrumante – y aún más para abogados/as jóvenes que recién están comenzando su práctica profesional. Sin embargo, la clave es intentar salir de nuestra “zona de confort” y tomar cada interacción como una nueva oportunidad. En la práctica internacional (tanto pública como privada), cada vez las fronteras se hacen más invisibles, y el mundo se hace más pequeño, por lo tanto, nunca se sabe si la próxima persona con la cual compartiremos una copa en un evento se convertirá en nuestro cliente, contraparte, colega o incluso amigo/a – lo cual muchas veces sucede cuando vivimos en una jurisdicción extranjera. Durante mi experiencia en tribunales internacionales, aprendí lo útil que es tener un elevator pitch sobre quien soy, donde trabajo, y cuál es mi área de expertise profesional. También entendí la importancia de tener pensadas con anticipación ciertas preguntas para “romper el hielo” (idealmente preguntas abiertas, con la posibilidad de adaptarlas al evento en particular o la persona con quien estemos hablando), y así poder crear un dialogo fluido que eventualmente podría llevar a una nueva oportunidad profesional o de negocio (o a otra conexión que nos lleve a esa oportunidad). Una vez en Nueva York, pude notar que, si bien el perfil de profesionales en eventos de firmas jurídicas puede variar de aquel de los tribunales internacionales, la habilidad para hacer networking se mantiene intacta, y por lo tanto pude transpolar las core skills adquiridas en La Haya a eventos corporativos y legales en Nueva York y Latinoamérica. Aprendí que lo esencial es mantener una mente abierta al abordar una conversación con cualquier persona, ya que cualquier conexión puede dar frutos en el corto, mediano o largo plazo. 


Ser una abogada joven extranjera no es un obstáculo, sino una oportunidad


Entrar en el ámbito internacional proviniendo de una jurisdicción emergente como lo son varios países de Latinoamérica no siempre resulta fácil. Muchas veces nos encontramos con profesionales que provienen de jurisdicciones en donde el inglés es su idioma nativo, o que estudiaron en universidades globalmente reconocidas y muy prestigiosas, y ello puede generar ciertas inseguridades con respecto a las capacidades profesionales propias. Otras veces podemos ser la persona más joven en un caso o una transacción (o también la única mujer), y la falta de experiencia en comparación con la contraparte puede hacernos pensar que no tenemos las habilidades suficientes para afrontar la situación o “ganar” un argumento. Sin embargo, tanto en La Haya como en Nueva York aprendí que no ser nativa en inglés (y si serlo en otra lengua como el español), o haber tenido experiencia profesional en un país con grandes crisis económicas o problemáticas sociales distintas pueden aportar gran valor a una mesa de negociación, sumado al hecho de que es un gran asset al momento de buscar oportunidades profesionales en Nueva York. Además, entender e internalizar que uno/a se encuentra en proceso de aprendizaje ayuda a mitigar cualquier tipo de “síndrome del impostor” que uno/a pueda tener al venir de una jurisdicción de Latinoamérica, y resulta muy útil tomar cada negociación, cada litigio, o cada redacción de un memorándum o escrito como una oportunidad de desarrollo.


Conclusión 


Tener experiencias variadas a lo largo de una carrera profesional, incluso oscilando entre el ámbito público y el privado, es extremadamente valioso para fortalecer un pensamiento crítico, versátil y creativo, que ayuda a brindar soluciones out of the box y aportar nuevas perspectivas en cualquier mesa de negociación. Cada experiencia internacional es una oportunidad para exponernos a diferentes culturas, como también para fortalecer nuestras habilidades duras y blandas que eventualmente se pueden transpolar a cualquier otra experiencia laboral en una jurisdicción extranjera. Además, siempre es útil conocer “la otra cara de la moneda” cuando eventualmente nos topemos con casos que involucren a la entidad o empresa en donde tuvimos experiencias previas. El aspecto cultural también es altamente enriquecedor, no solo a nivel profesional sino también a nivel personal, y el hecho de ser una abogado/a joven no debería ser visto como un obstáculo, sino como una oportunidad para adquirir la experiencia práctica y de alto nivel que va a convertirnos en el perfil de profesional que somos y seremos en el futuro.



Carla Martini

Asociada en Cleary Gottlieb. Su práctica se focaliza en transacciones corporativas y financieras cross border, con foco en Latinoamérica. Carla es originaria de Argentina, y se unió a la firma en 2020. Entre el 2020 y el 2022, estuvo basada en la oficina de Buenos Aires, y desde el 2022, en la oficina de Nueva York. Carla es graduada de la Universidad de Buenos Aires y tiene una maestría en leyes de Columbia Law School.

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