Tacones y Tokens: Empoderadas, pero expuestas
Sonia Mondragón
18 de Julio, 2025

En 2024, el ecosistema global de las criptomonedas mantuvo un perfil predominantemente masculino. Según datos del Reporte del Panorama Cripto en América Latina 2024, elaborado por Bitso(1), los hombres concentraron aproximadamente el 61 % de la propiedad de criptomonedas, mientras que las mujeres apenas alcanzaron el 39 %. En América Latina, la brecha fue aún más pronunciada: las mujeres no alcanzaron la mayoría en ningún segmento de la comunidad cripto, y esta desigualdad se ha mantenido prácticamente sin cambios desde 2023. Estos datos contrastan con la narrativa cada vez más popular del llamado “empoderamiento financiero” digital para mujeres, que promete independencia económica, acceso directo a herramientas financieras y una participación activa en un ecosistema tecnológico que está en constante evolución. Incluso figuras icónicas del pop como Shakira han adoptado ese discurso: “Las mujeres no lloran, las mujeres facturan”, una frase que ha sido coreada por miles de mujeres en los últimos años como símbolo de autonomía económica. 


Más allá del marketing y las historias de éxito viralizadas, la economía digital y el ecosistema cripto siguen marcados por vacíos estructurales en educación financiera y acceso real, especialmente para las mujeres que buscan autonomía económica. Así, mientras el discurso celebra el empoderamiento femenino en las finanzas digitales, las estadísticas revelan una realidad menos glamorosa: la abrumadora mayoría de las mujeres siguen en la periferia financiera, y en algunos casos, sin saberlo ni desearlo, se ven expuestas a participar de forma instrumental en esquemas vinculados a operaciones con recursos de procedencia ilícita. En ese contexto, resulta inevitable voltear a ver el auge de nuevas tendencias de negocios digitales liderados por mujeres. En muchos de ellos, el empoderamiento se entrelaza con estéticas cuidadosamente curadas y promesas de independencia económica. Cuentas de Instagram y Facebook que operan como tiendas virtuales de todo tipo: pasteles, maquillaje, dulces enchilados, ropa; influencers que monetizan sus servicios ofreciendo clases virtuales de ejercicio, asesorías de imagen, rutinas de skincare, tarot o cocina; y hasta plataformas como OnlyFans, donde el propio cuerpo se vuelve la fuente de ingresos, han consolidado una narrativa de éxito financiero femenino y empoderamiento que se alimenta de visibilidad, algoritmos y capitalización de la propia imagen. 


Estas actividades no sólo generan ingresos y audiencias, sino también una percepción de empoderamiento económico que, aunque válida, navega por una delgada línea entre la formalidad y la informalidad financiera. Esto deja amplias zonas grises en términos de fiscalización, trazabilidad de recursos y prevención de operaciones con recursos de procedencia ilícita. En esa ambigüedad surgen riesgos que la mayoría de las veces pasan inadvertidos por las propias usuarias: cuentas bancarias personales utilizadas para recibir pagos informales, transferencias cruzadas con terceros sin justificación aparente y transacciones no documentadas que pueden convertirse fácilmente en canales perfectos para lavar dinero y cometer fraudes digitales. Esta opacidad convierte a muchas mujeres en partícipes instrumentales de esquemas financieros informales que, sin que ellas lo sepan, pueden ser utilizados por terceros como actos de simulación destinados a disfrazar el origen ilícito de recursos, facilitar fraudes o movilizar dinero fuera del radar de las autoridades fiscales y financieras. Al operar fuera del margen del comercio formal, sin registros contables, sin asesoría legal ni cumplimiento normativo, estas actividades quedan expuestas a tipologías delictivas como el uso de “mulas de dinero” y la suplantación de identidad. Esta vulnerabilidad no sólo representa un riesgo directo para las usuarias, sino que las posiciona inadvertidamente como piezas funcionales dentro del ajedrez de esquemas delictivos más amplios, en los que su participación, aunque involuntaria, puede acarrear consecuencias legales severas. 


En ese contexto, es fundamental reconocer que la aparente autonomía financiera que prometen los negocios digitales y las plataformas cripto no siempre se traduce en un empoderamiento libre de riesgos; por el contrario, muchas mujeres enfrentan un escenario complejo en el que la falta de educación financiera, asesoría legal y una regulación clara las expone a vulnerabilidades con consecuencias significativas. Esta realidad pone en evidencia la urgencia de implementar estrategias integrales que combinen educación y cultura financiera, regulación adaptada a la economía digital y políticas públicas con enfoque de género. Solo así será posible proteger a quienes, en su búsqueda de independencia económica, permanecen vulnerables dentro de un sistema aún poco inclusivo y seguro. La persistente brecha de género en este ecosistema no solo refleja las barreras que enfrentan las mujeres para incorporarse plenamente a la economía formal, sino que también explica por qué muchas recurren a modelos emergentes que, si bien prometen empoderamiento financiero, en la práctica las dejan expuestas a riesgos que, en su mayoría, pasan inadvertidos.

No basta con invitar a más mujeres a entrar al mundo de la economía y las finanzas digitales si no se garantiza un entorno accesible, transparente y seguro. La verdadera inclusión no puede reducirse a una estrategia de marketing, sino que requiere un cambio profundo que no se limite a la participación estadística, sino que contemple acceso equitativo a infraestructura digital, acompañamiento legal continuo y capacitación técnica que les permita tomar decisiones informadas. Sin estas condiciones, el discurso de empoderamiento corre el riesgo de convertirse en una narrativa vacía, incapaz de transformar realmente la vida de quienes buscan autonomía económica. La inclusión real en la economía digital debe ser estructural, sostenida y con enfoque de género, o no será inclusión en absoluto.


La economía digital y los criptoactivos pueden ser herramientas poderosas de transformación, pero para que ese potencial se materialice en un verdadero acceso con justicia económica y de género, es urgente dejar de romantizar el emprendimiento femenino informal y empezar a fortalecer sus cimientos. Detrás de cada historia de éxito viral hay miles de mujeres que, sin redes de apoyo, sin asesoría jurídica y sin educación financiera sólida, intentan sostener modelos de negocio precarios en entornos marcados por la inestabilidad tecnológica y la falta de regulación efectiva. Muchos de estos espacios digitales (marketplaces, plataformas de contenido o de inversión en criptoactivos) se presentan como puertas abiertas hacia la autonomía financiera, pero rara vez ofrecen condiciones equitativas para que esa autonomía sea sostenible. Las mujeres suelen enfrentar sesgos algorítmicos, falta de acceso a financiamiento y una profunda ausencia de políticas que entiendan sus realidades diferenciadas. Por ello, más allá del entusiasmo por la innovación, hace falta construir un ecosistema digital con reglas claras, mecanismos de protección efectivos y programas específicos de inclusión con enfoque interseccional. Así, mientras los tokens prometen libertad, sin educación, protección y equidad, muchas seguirán caminando con tacones sobre una cuerda floja.


*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.


Referencias:

(1) Bitso. (2024). Panorama Cripto en América Latina 2024. Disponible en: https://blog.bitso.com/wp-content/uploads/2025/03/100325_FINAL-INFORME_BITSO-ESPANOL.pdf

Sonia Mondragón

Sonia es Asociada en CMS y es abogada y maestra en Derecho Financiero por la Universidad Panamericana. Se especializa en regulación bancaria y financiera, asesorando a diversos tipos de entidades financieras para la obtención de autorizaciones especializadas por parte de autoridades financieras mexicanas. Además, brinda asesoría en asuntos regulatorios de TMT en materia de servicios financieros, protección al consumidor y protección de datos personales. Cuenta con una amplia trayectoria en cumplimiento regulatorio especializado y en prevención de lavado de dinero, asesorando principalmente a bancos y entidades fintech. Asimismo, tiene experiencia en project finance enfocado principalmente a la estructuración de créditos para proyectos de infraestructura y obra pública.

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