CAPITALIZANDO NUESTRAS DIFERENCIAS O "LAS MUJERES YA NO LLORAN, LAS MUJERES FACTURAN"

Hace 70 años Simone de Beauvoir escribió “El segundo sexo”, explicando cómo la mujer, al ser determinada con relación al hombre, se convierte en lo inesencial, “lo otro”(1), y, quedaba rezagada a lo opuesto a la regla, lo excepcional.
Hace 20 años, en México, la matrícula universitaria mostraba una tendencia hacia la paridad de género en diversas áreas de estudio. Según datos de la UNAM, las mujeres representaban el 51.9% de la matrícula en licenciatura(2). No obstante lo anterior, la regla de comportamiento era camuflarnos. Nos diluíamos entre la horda de señores, escondiéndonos detrás de trajes sastre grises y zapatos negros. Si una mujer aspiraba a una posición laboral de importancia, se creía que debía aparentar que su ciclo circadiano estaba reinado por la testosterona. Todo con tal de no ser señalada como lo diferente, lo otro.
Ya compartíamos las aulas, pero ¿ejercíamos nuestra voz? ¿eran realmente nuestros espacios? Ante comentarios y gestos machistas por parte de los compañeros, nos limitábamos a esbozar una sonrisa nerviosa; la más valiente, como mucho, rodaba los ojos, pero no había cabida para mucho más.
El ámbito laboral no era mejor. No temo equivocarme al afirmar que todas las abogadas en México han tenido que soportar, directa o indirectamente, actos discriminatorios; sin embargo, no podíamos hacer algo, vivíamos bajo la hermandad de los hombres, lo que sea que eso significara(3). Como auténticas outsiders, nos mimetizábamos para brillar y llegar.
Para encontrar nuestro real lugar, había que cambiar de paradigma. A fin de cuentas, vivimos en un orden imaginario de las cosas, y, para evolucionarlo, la conciencia de millones de personas debe modificarse, de manera más o menos simultánea(4). Es tarea difícil, pero no imposible. Y, sí, sucedió en mi generación.
Quizá se debió a que cada vez más mujeres llegaron a la cima, o bien, el cambio en la dialéctica de gobiernos e instituciones, pero cada vez con más fuerza se hizo notar que ya no aceptábamos ser la excepción. Lo hicimos protegiéndonos, mientras avanzábamos. Fuimos el auténtico Caballo de Troya.
Esta generación de abogadas en México tuvo la oportunidad de observar de primera mano la evolución hacia espacios que cada vez nos pertenecen más. Nos atrevimos a ser, a expresar nuestra feminidad y a perseguir el éxito sin perder nuestra esencia.
Y así, vimos a las estudiantes de la Libre imponiendo el tendedero del acoso y coreografiando “Un violador en tu camino”(5); a socias haciendo networking en espacios femeninos(6), dejando a sus hijas sentarse en su regazo durante videollamadas, generando oportunidades fuera de los roles tradicionales y explicando que nada de lo que se entienda femenino disminuye nuestra capacidad profesional.
Cada 8 de marzo tomamos más calles que nunca, y ¡gritamos lo que nos duele! Que algunas tenemos PMS, dolor y lloramos sin razón cada mes, nos pueden gustar los colores vivos y los usamos con orgullo, hablamos de nuestras emociones y abrazamos su lugar en los negocios.
Las mujeres entienden cada vez mejor que no necesitan mimetizarse con los hombres para ser exitosas. Los negocios ya no se hacen únicamente en el palco del estadio o en la mesa de póker, ahora también se generan en cafés literarios y talleres de arte.
Lo que es más, entendimos la importancia de generar espacios para y por mujeres. Si no encontramos mentoras, nos las inventamos; nuestros propios cuentos de heroínas y diosas, así fuéramos nosotras mismas en un amplio imaginario. Dejamos de quejarnos de que no existieran y creamos los Comités de Género; dejamos de preocuparnos por su inexistencia y nos ocupamos en generar nuestras organizaciones e instituciones(7), talleres y eventos profesionales. Dejamos de forzarnos a encajar en espacios donde no podíamos evolucionar ni desarrollarnos naturalmente.
Y entonces, pasamos de la protesta, las quejas y el llanto, a facturar por nuestra cuenta y a nuestro modo, a abrir discusiones antes impensables en foros profesionales habituales(8), y, a crear espacios seguros y amables, conforme nuestras necesidades.
Al hacerlo, de manera imperceptible, seguimos generando una dinámica que permitirá a las nuevas generaciones no volver a tolerar lo inaceptable. Entre el estímulo y la respuesta, encontramos nuestro propio poder(9).
El trabajo no ha terminado, pero el lienzo y la pintura están puestos, para seguir creando mientras celebramos nuestra feminidad. Y sí, claramente iré al concierto, a gritar en unísono con Shakira: “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan(10)”.
*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.
Referencias:
(1) Beauvoir, S. de. (2008). El segundo sexo (T. Serrano, Trad.). Cátedra
(2) Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG). (2009). Estadísticas e indicadores de la relación académica en la UNAM, 2009. Universidad Nacional Autónoma de México
(3) 4 Non Blondes. (1992). What’s Up? [Canción]. En Bigger, Better, Faster, More! Interscope Records
(4) Harari, Y. N. (2014). Sapiens: De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad (J. Beltrán, Trad.)
(5) Las Tesis. (2019). Un violador en tu camino [Performance]. Valparaíso, Chile
(6) Dalia Empower. (2020, 16 de julio). Network like a girl [Episodio de podcast con Cristina Massa]
(7) Abogadas MX, Arbitral Women, AMEXME, No Paramos, entre otras
(8) Tales como Caring in Arbitration, como bien tuve la fortuna de experimentar en el Diversity Retreat organizado por DIS40 y Arbitral Women en Darmstadt, Alemania el 20 y 21 de febrero, del 2025
(9) Frankl, V. E. (1946). El hombre en busca de sentido (J. L. Etcheverry, Trad.). Herder
(10) Bizarrap & Shakira. (2023). BZRP Music Sessions, Vol. 53 [Canción]. Dale Play Records