Desarrollo profesional y familia: la pareja como pieza clave para alcanzar el balance
En pleno siglo XXI hemos enfrentado, a nivel mundial, diversos cambios desde una perspectiva académica, económica, social y cultural. Uno de estos cambios se centra en la transformación del rol que toma cada uno de los pilares de la familia nuclear.
La estructura familiar tradicional que anteriormente se conocía, era conformada principalmente por un padre que trabajaba, una madre encargada del hogar y en promedio tres hijos.
En el año 2005, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó los datos correspondientes a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo arrojando que el 35.82% de la población que trabajaba en México era mujer. En el segundo trimestre del 2023, se reportó un incrementó en dicho porcentaje que hoy asciende al 40.68%.
Actualmente, el modelo familiar tradicional ha evolucionado. Poco menos de la mitad de las familias se conforma por dos personas que tienen la carga económica, convirtiéndose ambos en proveedores del hogar.
Pero, conforme a este nuevo modelo, ¿quién se convierte en la persona encargada de administrar dichos recursos y absorber la carga doméstica?
Considerando que, profesiones como la abogacía, implican jornadas laborales extensas, cargas de trabajo relevantes, así como un compromiso constante de orientación al cliente. En el caso de las mujeres que se desarrollan en este ámbito, resulta retador el también tener el rol de la persona encargada plenamente de las labores domésticas y/o del cuidado de los hijos; lo anterior, en ocasiones implica el tomar una decisión entre estar más involucrada en el rol laboral que en el familiar o viceversa, lo cual en ambos casos supone un costo de oportunidad.
Al respecto, Claudia Goldin, autora del libro “Carrera y Familia”, quien ha sido galardonada con el Premio Nobel de Economía para 2023, ha estudiado con detalle el efecto que tiene en la desigualdad laboral el que en las parejas exista una persona que, aun cuando trabaje, deba estar de “guardia” ya sea para atender responsabilidades del hogar o para cuidar a los hijos y que es esta persona quien usualmente decide aceptar una oferta laboral que provea mayor flexibilidad o sea menos demandante, aun cuando esto implique un menor sueldo o un puesto de menor nivel al que podrían tener o aspirar, en el afán de poder hacerse cargo del hogar.
De ahí la importancia de, como pareja, tomar decisiones que permitan tener mayor equidad y que posibiliten el desarrollo profesional y personal de ambos.
Para lograr una mayor equidad, el rol doméstico y las responsabilidades del hogar deben ser compartidas entre las partes que conforman a la pareja. Haciendo énfasis en el verbo de compartir, el cual es sustancialmente diferente del verbo delegar y del verbo ayudar. Es importante ser conscientes que nuestra pareja forma parte de un equipo de trabajo con control y poder equitativo, en el que no es uno solo elaborando un plan de tareas a cumplir y esperando a que el otro las ejecute o simplemente ayude a que éstas se ejecuten, lo cual al final terminaría traduciéndose en carga mental para el que, generalmente, lo planea (la mujer).
Sencillo de decirlo, pero difícil de ponerlo en práctica, porque tanto hombres como mujeres hemos crecido en un ambiente sociocultural con roles preestablecidos que al querer ejercer cierto cambio en una estructura que lleva siglos en ejecución, se reproducen tensiones y resistencias.
Eve Rodsky, egresada de la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard, ha creado un novedoso sistema denominado Fair Play en el cual ambas partes siempre ganan. Dicho sistema fue diseñado para que las parejas pudieran, de manera equitativa, asumir responsabilidades del hogar.
El sistema antes mencionado consiste, de manera general, en dividir 100 actividades conforme a los siguientes grupos:
- Actividades del hogar: lavar platos y ropa, preparar alimentos, etc.
- Actividades fuera del hogar: llevar el carro al taller, a los hijos al colegio o a actividades extracurriculares, etc.
- Actividades de cuidado: atención a la mascota, rutina nocturna con hijos, citas con doctor, etc.
- Actividades interpersonales: cumpleaños, salidas con amigos, festividades, etc.
- Actividades esporádicas: funerales, cambio de trabajo, mudanza de hogar, etc.
- Actividades “unicornio”: Actividades especiales para reinventarse.
Posteriormente, se asigna un valor a cada actividad (entre más tiempo/esfuerzo requiera ejecutar la actividad, más valor tiene) y se reparten de manera equitativa, según dicho valor. La persona que tenga las actividades designadas, debe ser la única responsable de
a) concebir,
b) planear y
c) ejecutar, sin que la contraparte tenga obligación alguna de recordarle a su pareja que debe cumplir con su responsabilidad designada.
La metodología anterior puede funcionar para diversas parejas y representa una fórmula para lograr mayor equidad entre ambas partes.
Mucho se ha escrito en torno a este tema y ésta es solo una de diversas herramientas que pueden implementarse para abrir la comunicación y tomar decisiones encaminadas a lograr los objetivos profesionales y familiares, pero en todos los casos suponen la buena disposición y compromiso de la pareja.
Lo anterior, aunado a cambiar el modelo actual de “trabajo avaricioso” al cual hace referencia Goldin y que se define como aquel en que se valoran más las jornadas laborales largas, el trabajo en fin de semana y vacaciones, que la productividad en sí misma.
Si bien, reiteramos que el buscar la equidad en pareja es sencillo de decir, pero difícil de poner en práctica, creemos que los beneficios de buscar compartir los roles y poder desarrollarse tanto en el ámbito profesional, como en el familiar, superan los retos.
*Este artículo es publicado bajo la responsabilidad exclusiva de su autor(a) y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.